Un grupo de migrantes Un grupo de migrantes  (AFP or licensors)

Santa Sede: Los migrantes son un recurso para la paz, superar estereotipos y polarizaciones

En su discurso ante el Consejo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el arzobispo Ettore Balestrero, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, pidió un análisis objetivo y exhaustivo de los movimientos migratorios, considerando sus causas y consecuencias.

Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano

Las voces fuertes de los debates actuales terminan silenciando, mediante estereotipos y narrativas, a quienes podrían defender las relaciones pacíficas entre las naciones. En otras palabras, los migrantes no son problemas por resolver ni oportunidades por explotar, sino el verdadero y auténtico rostro de la globalización. Esta es la postura de la Santa Sede, expresada por el arzobispo Ettore Balestrero, Observador Permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en Ginebra, en su discurso del 10 de diciembre en la 116.ª sesión del Consejo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Considerando a los migrantes objetivamente

El discurso del arzobispo comienza con una estadística: hay 304 millones de migrantes internacionales en todo el mundo. Quienes abandonan su país son, ante todo, "seres humanos", nos recuerda Balestrero, cuya dignidad y derechos deben ser la piedra angular de la cooperación y las políticas internacionales. Por lo tanto, es necesario superar los debates impregnados de prejuicios y visiones divisivas, que impiden una "consideración objetiva e integral de la migración", sus causas y sus consecuencias".

El rostro humano de la globalización

Estos contrastes también ignoran las contribuciones positivas que los migrantes aportan a las sociedades. Si bien, como recordó el Papa Benedicto XVI , tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes e identidad nacional, también representan el rostro humano de los procesos de globalización y pueden promover la armonía internacional.

Los derechos de los Estados y de los migrantes

Balestrero reitera el derecho de todo Estado a proteger sus fronteras. Esto, sin embargo, debe ir acompañado del respeto a la dignidad de quienes las alcanzan. Como enfatizó el Papa León XIV , cuando quienes buscan protección sufren maltrato, «no estamos presenciando el ejercicio legítimo de la soberanía nacional, sino graves crímenes cometidos o tolerados por el Estado».

Las plagas de las rutas peligrosas y los traficantes

La Santa Sede reitera su profunda preocupación por la vulnerabilidad de los migrantes, a menudo obligados a recorrer rutas peligrosas. Este presagio se ve confirmado por las dramáticas cifras de 2024: al menos 8.939 personas perdieron la vida viajando desde sus países de origen. «El año más mortífero jamás registrado», observa el arzobispo, recordando que cada muerte representa un fracaso de la humanidad, de los Estados y de la comunidad internacional. Otra lacra vinculada a la migración es la explotación por parte de traficantes y contrabandistas que «explotan la desesperación para obtener beneficios». En este sentido, la Santa Sede celebra el compromiso de la OIM de continuar con sus actividades de prevención, socorro y asistencia a las víctimas.

La contribución de las organizaciones religiosas

Balestrero también reconoce el valor de adoptar un lenguaje consensuado en el Programa y Presupuesto de la OIM para 2026, a fin de evitar definiciones ambiguas o carentes de significado compartido en el derecho internacional y entre los Estados miembros. En el contexto de la migración, explica el arzobispo, las organizaciones religiosas desempeñan un papel crucial. Su presencia generalizada y duradera, incluso en las zonas más remotas y desatendidas, representa un apoyo concreto para las personas en movimiento. Esta asistencia precedió a que la migración se convirtiera en un problema internacional. Este compromiso continúa incluso después de que la atención mediática se haya desvanecido, gracias a la promoción de una red global a lo largo de las rutas migratorias. Con un único objetivo, ya esbozado por el papa Francisco : acoger, proteger, promover e integrar, sin distinción. El arzobispo concluye reiterando lo que los migrantes no deben ser: problemas por resolver ni oportunidades para obtener ventajas personales. Por ello, los esfuerzos conjuntos de la comunidad internacional deben apuntar a promover el respeto por su dignidad y permitirles vivirla plenamente.

 

 

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10 diciembre 2025, 14:51