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Hasta el miércoles 12, tiene lugar en la Pontificia Universidad Urbaniana la conferencia sobre "Misticismo, fenómenos místicos y santidad". Hasta el miércoles 12, tiene lugar en la Pontificia Universidad Urbaniana la conferencia sobre "Misticismo, fenómenos místicos y santidad".  

Conferencia sobre Misticismo: La contemplación siempre conduce a la caridad

El Cardenal Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Marcello Semeraro inaugura el congreso de tres días en la Universidad Urbaniana: en un mundo dominado por la tecnología, el misticismo puede involucrar a la persona humana en su totalidad, cuerpo y alma.

Daniele Piccini – Ciudad del Vaticano

«En una época donde escasea la sensibilidad hacia Dios, en un mundo donde impera el árido lenguaje de la ciencia y la tecnología, el misticismo se considera y se anhela como un recurso capaz de involucrar la mente y la persona, el alma y el cuerpo, el espíritu y los sentidos». Con estas palabras, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, inauguró, ayer, en la tarde, el congreso dedicado al « Misticismo, fenómenos místicos y santidad » en la Pontificia Universidad Urbaniana.

El congreso, que complementa de forma ideal y temática las dos ediciones anteriores —dedicadas a «la santidad hoy», su «dimensión comunitaria» y «el martirio y la ofrenda de la vida»—, se celebrará en el Aula Magna de la Urbaniana hasta el miércoles 13 de noviembre. El jueves por la mañana, los participantes serán recibidos en audiencia por el papa León XIV en el Aula Clementina.

El cardenal Semeraro enfatizó que la santidad, que «consiste fundamentalmente en la caridad hacia Dios y el prójimo, puede alcanzarse por diferentes caminos, con diferentes medios y, por lo tanto, no necesariamente va acompañada de gracias extraordinarias, místicas o carismáticas, como la contemplación». El prefecto Semeraro citó al Papa Francisco, quien a menudo repetía que «quienes saben contemplar no se quedan de brazos cruzados, sino que se ponen manos a la obra». En resumen, «la contemplación conduce a la acción».

La vida de caridad y la vida contemplativa son, por lo tanto, complementarias, reiteró el cardenal Semeraro, citando a san Vicente de Paúl: «La vida activa nutre la contemplativa, y esta, a su vez, es el alma de la vida activa». Finalmente, el cardenal, deseando a los ponentes y al público «buen trabajo», expresó su esperanza de que las presentaciones de la conferencia ayudaran no solo a «aclarar muchas de estas cuestiones subyacentes a temas tan complejos», sino también a «fomentar nuestra experiencia de Dios».

El jueves por la mañana, los participantes en la conferencia serán recibidos en audiencia por el Papa León XIV en el Aula Clementina.
El jueves por la mañana, los participantes en la conferencia serán recibidos en audiencia por el Papa León XIV en el Aula Clementina.

Los límites del misticismo cristiano

La primera tarde del congreso ofreció una sorprendente perspectiva sobre el misticismo, que, como explicaron los dos primeros ponentes del congreso de tres días en la Urbaniana, en su esencia más profunda es la relación y el servicio a los demás. «La capacidad de forjar relaciones adultas es uno de los frutos de la experiencia mística, puesto que acoger al Otro en la propia vida se traduce en acoger a los demás».

Este concepto fue la base del discurso inaugural de Monseñor Felice Accrocca , Arzobispo de Benevento, titulado « Misticismo: Aspectos específicos y cuestiones problemáticas ». El prelado argumentó, definiendo preliminarmente los límites del misticismo cristiano, que este nunca puede trascender la experiencia de la Revelación, representada por el «misterio del Dios de Jesucristo». «El Dios Trino, revelado por él, es el límite del misticismo cristiano, y este solo puede situarse dentro de él», añadió.

«La experiencia mística cristiana», enfatizó Accrocca, por lo tanto, siempre se produce «dentro de la fe». Por lo tanto, un místico "no sabe nada que no puedan saber todos los cristianos; simplemente lo sabe de una manera diferente", añadió el arzobispo de Benevento, citando al teólogo Giovanni Moioli, experto en misticismo y espiritualidad.

 El panel de ponentes de la primera tarde de trabajo en Urbaniana.
El panel de ponentes de la primera tarde de trabajo en Urbaniana.

Unión con Dios en la vida ordinaria: El ejemplo de María

«Si, por lo tanto, los fenómenos místicos no constituyen la perfección, y no se puede detener uno ahí, la plenitud mística debe alcanzarse no cuando tales fenómenos se manifiestan, sino en una vida en total armonía con Dios», señaló el arzobispo. En esto también, la sencillez de la vida de María de Nazaret es ejemplar, ya que en ella «se alcanza la unión plena con Dios, sin ninguna mención a una fenomenología como la que solemos definir como mística».

La relación con el Otro que se abre a los demás

Si la experiencia mística cristiana no puede existir fuera de la fe, puesto que no es «esotérica», entonces, «particularmente en el catolicismo, solo puede existir dentro de la fe de la Iglesia». El propio san Francisco de Asís, recordó el arzobispo Accrocca, «en su experiencia del don místico y la revelación, no prescinde de la mediación eclesial». Así, permite que el Papa confirme esa «forma de vida» que Dios le reveló.

Si el misticismo es «la Trinidad que habita en la persona» y la «Trinidad está por encima de toda relación», entonces, concluyó el arzobispo, «la unión mística solo puede fortalecer los vínculos de la persona con sus semejantes».

 San Francisco de Asís predicando a los pájaros. (Mongolo1984)
San Francisco de Asís predicando a los pájaros. (Mongolo1984)   (Mongolo1984)

Don Manzi: En la Biblia, el misticismo no es una experiencia privada

El misticismo cristiano no es escapismo, sino misión. Este concepto fue el eje central de la ponencia del padre Franco Manzi , titulada « Los profetas, el vidente Juan y el apóstol Pablo: Perspectivas sobre las experiencias espirituales con atribuciones místicas atestiguadas en la Biblia », dedicada a las raíces bíblicas de la experiencia mística.

Recorriendo las Escrituras, el padre Manzi, profesor de Antiguo y Nuevo Testamento en la Facultad de Teología del Norte de Italia en Milán, demostró que el misticismo, en la tradición bíblica, nunca es una experiencia solitaria o privada, sino un encuentro con Dios que se convierte en palabra y responsabilidad, puesto que quienes contemplan lo divino están llamados a narrarlo.

«La revelación», afirmó el biblista, «se convierte en historia y comunidad». Los profetas del Antiguo Testamento son el ejemplo paradigmático. Desde Isaías hasta Jeremías, la visión de Dios siempre se traduce en un mandato, a menudo doloroso, de proclamar y denunciar. “El misticismo es una herida y un mandato”, explicó Manzi, subrayando que el verdadero místico no se refugia en el silencio, sino que lo transforma en palabras proféticas.

Un don que se convierte en servicio y da forma a los testigos

El Nuevo Testamento culmina esta experiencia en dos figuras emblemáticas: Juan y Pablo. El primero, «vidente del Apocalipsis», contempla «un cielo nuevo y una tierra nueva», ofreciendo a la Iglesia perseguida una visión de esperanza. El segundo vive un misticismo totalmente unido a Cristo: «Ya no vivo yo», escribe Pablo en su Carta a los Gálatas, «sino que Cristo vive en mí». En el Apóstol de los Gentiles, la comunión con Dios se convierte en acción, misión y caridad.

Don Manzi enfatizó aún más cómo el auténtico misticismo cristiano no se limita a la contemplación, sino que se abre al servicio y al testimonio. El misticismo, en sus raíces bíblicas, no huye del mundo, sino que lo transfigura. «En la revelación bíblica», afirmó el erudito, «la visión de Dios no es privilegio de unos pocos, sino un don que da forma a una comunidad de testigos».

Lo que Don Manzi concluyó, denominándolo «el hallazgo decisivo sobre la relación entre misticismo y santidad», es que «según la revelación del Nuevo Testamento, no todo cristiano es místico ni está llamado por Dios a serlo. Pero todo cristiano tiene una vocación divina para ser santo». En consecuencia, el biblista concluyó su presentación diciendo que uno no es un auténtico cristiano «solo por experimentar fenómenos místicos extraordinarios.  La condición indispensable para ser un auténtico místico es vivir, ante todo, como un auténtico cristiano».

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11 noviembre 2025, 12:55