Enfermera en el Jubileo: La fe ayuda a dar lo mejor de nosotros mismos
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
"Cuando ves mucha muerte, ves crisis, ves que no controlas la enfermedad y que no la conoces tienes miedo, pero en este contexto, la fe es esencial para trabajar con la certeza de que Dios estaba conmigo". Así evocó la enfermera católica española Rocío Bellido Octavio, de la Universidad San Jorge de Zaragoza, el papel de su fe en tiempos de crisis. Lo hizo en un encuentro con periodistas organizado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede este viernes 4 de abril a pocas horas del Jubileo de los Enfermos y del Mundo de la Salud.
Bellido compartió su experiencia en la lucha contra el COVID-19, especialmente en sus inicios, cuando el sistema de salud se vio abrumado por el desconocimiento de la enfermedad y la constante amenaza de la muerte. Durante esos meses, la joven profesional sanitaria se encontraba trabajando en un hospital de referencia en Madrid para enfermedades infecciosas, donde se trataba a los pacientes con COVID-19 con medidas extremas, similares a las que se toman ante el tratamiento de enfermedades como el ébola.
“La situación fue muy complicada. Los hospitales estaban colapsados, las urgencias desbordadas, y la falta de aire dentro del hospital era palpable”, relató Rocío. En este escenario de agobio y miedo, no solo físico, sino también emocional y psicológico, la fe de Rocío se convirtió en una herramienta esencial para sobrellevar la adversidad.
“Lo que más me costó al principio fue entender que no podíamos controlar todo. La situación no fue desesperanzada, sino desesperante. Había que encontrar luz en la oscuridad, porque, a pesar de todo, la muerte se sentía cercana en cada rincón del hospital”, comentó Rocío. La fe, para ella, no era una solución a todo lo que ocurría, sino una fuerza que le daba paz y confianza para continuar. “La fe no me ayudó a entender la situación, me ayudó a gestionarla, a sacar fuerzas cuando ya no las tenía, a tomar aire cuando sentía que me faltaba”, añadió.
Rocío explicó que, a pesar de la crisis de vocación que vivieron muchos profesionales de la salud durante los picos más altos de la pandemia, la fe le permitió no perder el rumbo. “La fe me dio valentía para entrar a trabajar cada turno, para seguir adelante en los momentos de incertidumbre. En esos momentos de angustia, recurría a la capilla del hospital, un lugar que normalmente estaba cerrado. Era mi refugio, un espacio donde podía pedir por mis pacientes, por mis compañeros, y por mí misma”, recordó.
A lo largo de esos días, se dio cuenta de que las decisiones tomadas en situaciones de emergencia no siempre fueron las mejores, especialmente en áreas tan críticas como las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y las urgencias. Este descontrol, combinado con la presión emocional y la fatiga extrema, creó una crisis de vocación en muchos profesionales. Sin embargo, la esperanza comenzó a brotar, sobre todo en los momentos de alta de pacientes que habían estado mucho tiempo ingresados. “Esos reencuentros con los pacientes recuperados fueron los momentos en los que, finalmente, pude ver un destello de esperanza”, comentó.
Al mirar hacia atrás, Rocío reflexionó sobre lo que la experiencia de la pandemia le dejó. “Hoy, mi corazón sigue lleno de esperanza. Creo que si hubiéramos sido más cautos, más preventivos, muchas vidas se habrían salvado”, expresó. La enfermera añadió que esa experiencia le sirvió para comprender mejor el papel de la fe en la vida cotidiana, no solo en el hospital, sino también en su propio bienestar. “Es fundamental que los sanitarios se cuiden. Que se tomen tiempos de descanso, que practiquen deporte, que coman sano y, sobre todo, que busquen momentos de oración y reflexión”, recomendó.
Bellido también compartió su mensaje para los jóvenes, alentándolos a encontrar esperanza en la alegría y en la certeza de que Dios está siempre presente. “Busquen a Dios en la realidad, no en el móvil. En la naturaleza, en el silencio. Necesitamos momentos de paz, de desconexión de la rutina para poder encontrarnos con Él”, dijo.
En este Jubileo de los Enfermos, Rocío Bellido Octavio no solo transmite su experiencia personal de fe y esperanza, sino también un mensaje de humanidad, de cuidado mutuo y de resiliencia. “La fe nos ayuda a sobrevivir, a acompañar y a dar lo mejor de nosotros, incluso en los momentos más oscuros”, concluyó. Su testimonio es un faro de luz para todos los profesionales de la salud y para todos aquellos que buscan fuerza en los momentos de desesperación.
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