Koovakad: El mundo reza por el Papa, también creyentes de otros credos y no creyentes
Vatican News
Al concluir la séptima Meditación de los Ejercicios Espirituales para la Curia Romana, propuesta en el Aula Pablo VI por el padre Roberto Pasolini, Predicador de la Casa Pontificia, después del rezo de las Vísperas, el Cardenal George Jacob Koovakad, Prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, dirigió la tarde de este miércoles, 12 de marzo, el Rosario por la salud del Papa, con la meditación de los Misterios Gloriosos, retransmitido también en las pantallas gigantes de la Plaza de San Pedro y por los medios de comunicación vaticanos. Al introducir la oración mariana, el Purpurado invitó a “encomendar al Santo Padre y a todos los enfermos a la protección materna de María”.
“De todo el mundo en estas semanas en las que el Santo Padre ha estado hospitalizado – recordó el cardenal Koovakad – han llegado conmovedores mensajes de solidaridad y cercanía, junto con la seguridad de muchas oraciones elevadas al Cielo por su recuperación. Por eso, junto a los fieles cristianos y a los creyentes de otras tradiciones religiosas”, y también con “muchos no creyentes que aprecian y aman al Papa Francisco, y se preocupan por su salud”, encomendamos a él y a todos los enfermos a la protección de la Santísima Virgen. Unamos, pidió, «nuestra invocación a la de los pobres, porque su oración es la más eficaz, como sugiere la Sagrada Escritura, y en particular el Sirácides: «La oración de los pobres sube a los oídos de Dios y su juicio será favorable». La oración de los pobres pasa por las nubes y no se aquieta hasta que llega. Él no se da por vencido hasta que el Altísimo interviene”.
Después de las cinco decenas de Avemarías, se cantó la Salve Regina, seguida de las Letanías Lauretanas y la invocación a Dios para que nos conceda "gozar siempre de salud de cuerpo y de espíritu", y por intercesión de María, nos salve "de los males que ahora nos entristecen" para guiarnos "a la alegría sin fin". Finalmente, el momento de oración concluyó con el Oremus pro Pontifice y un canto a la Virgen María.
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