Deuda externa, Gallagher: Acciones inmediatas y a medida para países pobres
Giada Aquilino y Valerio Palombaro - Ciudad del Vaticano
El beneficio no es «el único» criterio para medir la economía: el «principal» es la dignidad de la persona humana. Lo ha subrayado el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, en su discurso pronunciado hoy en Ginebra en el acto dedicado al tema Una cuestión de justicia: la condonación de la deuda en el Año Jubilar, organizado por la Misión Permanente de Observación de la Santa Sede y la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo.
Reflexionar sobre la justicia y la misericordia
El actual Año Jubilar invita a «detenerse y reflexionar» sobre la justicia y la misericordia para «dar esperanza» a un mundo que se enfrenta a múltiples crisis, señaló el arzobispo Gallagher: esto no significa, continuó, «ser optimistamente ingenuos», sino más bien aceptar la invitación «a superar las rivalidades políticas y trabajar juntos por el bien común». En este espíritu, el Papa Francisco hizo un llamamiento a la cancelación o reducción sustancial de la deuda durante este año jubilar. La búsqueda de la justicia de la deuda es «un imperativo moral y una medida de nuestra humanidad común», subrayó además el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales.
Casi la mitad de la población mundial bajo la presión de la deuda
Por otra parte, lo que habla por sí solo es el dramatismo de las cifras, expuestas por el prelado basándose en fuentes de prestigio internacional: 3.300 millones de personas, casi la mitad de la población mundial, viven en países que gastan más en el pago de la deuda que en sanidad o educación. Y durante la pandemia, que en general aumentó la pobreza, los Estados africanos gastaron 39 dólares por persona en sanidad, frente a los 70 destinados al pago de intereses de la deuda interna y externa. Por tanto, parece «necesario», en la construcción de un mundo más justo y compasivo, dar «prioridad» a los que más luchan bajo el peso de estructuras de deuda injustas y que hoy están aún más «bajo presión».
Una estrategia a medida
La deuda pública de los países en desarrollo (29 billones de dólares en 2023) crece al doble que la de los llamados más desarrollados, con tipos de interés igualmente al alza y empeorando su sostenibilidad. La realidad es aún más «sombría» entonces para los países en situaciones especiales, desde la vulnerabilidad a las crisis económicas mundiales hasta los efectos devastadores del cambio climático. De ahí la necesidad, señaló Mons. Gallagher, de una «estrategia a medida» en un panorama que no puede olvidar otra forma de deuda: la deuda «ecológica» entre el Norte y el Sur.
Una nueva arquitectura financiera internacional
La «gravedad» de la situación actual exige, por tanto, una «acción inmediata» con el objetivo -señaló el arzobispo, recordando el papel de la Santa Sede al invitar a los Estados, a la comunidad internacional y a los expertos a estudiar la cuestión «con la debida diligencia» y a encontrar soluciones «urgentes, eficaces y consensuadas»- de una «ambiciosa reducción y anulación de la deuda», a través de «una nueva arquitectura financiera internacional» centrada en el ser humano y basada en la equidad, la justicia y la solidaridad.
La pena de muerte hoy «no tiene justificación»
«La pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona». La posición de la Santa Sede contra la pena capital fue reiterada ayer por el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, el arzobispo Paul Richard Gallagher, en una reunión del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Gallagher relanzó entonces un llamamiento a la abolición universal de la pena de muerte, que «no encuentra hoy ninguna justificación entre los instrumentos capaces de proteger a los ciudadanos y restablecer la justicia», ya que «elimina toda esperanza de perdón y rehabilitación». Recordando la invitación del Papa Francisco en este año jubilar, el prelado subrayó que es un momento propicio para perdonar las deudas y conmutar las penas de los presos. «Toda vida humana tiene un valor intrínseco y una dignidad inviolable», concluyó.
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