El cardenal Gugerotti en Siria: «Que nadie toque las Iglesias»
Stefano Leszczynski – Enviado a Siria
Es el abrazo paterno y afectuoso del Papa Francisco que llegó a los fieles de Damasco en el día en que se celebró la conversión de San Pablo. El cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, dirigiéndose a los que abarrotaban el Memorial del milagroso acontecimiento el sábado por la tarde, dijo:
Un mensaje que en la Siria convulsa y sufriente de hoy es un aliento contra el desánimo y el miedo, pero también una caricia que desde el Obispo de Roma se posa sobre todo un pueblo para que deje de sentirse abandonado. Un gesto que el enviado del Papa ha visto devuelto por numerosas manos de mujeres, ancianos y niños que, a pesar de carecer de todo, han querido darlo todo de sí mismos para mostrar gratitud por esta atención que llegó desde lejos.
Llamamiento a la fraternidad
La dignidad con la que los cristianos de Siria afrontan las dificultades cotidianas en un país donde todo parece suspendido e incierto, donde llega a ser inquietante incluso mirar a los ojos de los propios hijos porque no se tiene ningún futuro que ofrecerles, es una dura llamada a la Iglesia y a su unidad. Son muchos los que se han dado cuenta de ello en Damasco y son muchos los que miran al camino de la unidad fraterna como única vía para afrontar, con seguridad, el camino hacia la nueva Siria.
Y precisamente bajo la bandera de la fraternidad tuvo lugar el intenso y afectuoso encuentro entre el enviado del Papa y el patriarca ortodoxo sirio, Aphrem II, así como el encuentro con los líderes religiosos del Patriarcado greco-ortodoxo, una de las Iglesias más antiguas del país.
Siria, un laboratorio para experimentar la unidad
«Hoy, con la fiesta de San Pablo, termina la semana de oración por la unidad de los cristianos», señaló monseñor Hanna Jallouf, vicario apostólico latino de Alepo.
«Los cristianos de Siria no quieren ser definidos como una minoría – reiteró el arzobispo armenio ortodoxo de Damasco, Armash Nalbandian, al reunirse con el enviado del Papa – y no quieren ser protegidos. Al contrario, quieren un país en el que puedan vivir como ciudadanos, disfrutando de los mismos derechos y deberes debidos a todos, garantizados por una Constitución común».
«Necesitamos ayuda humanitaria»
La comunidad internacional puede ciertamente apoyar la búsqueda de justicia y seguridad del pueblo sirio, y las Iglesias locales tienen la intención de aportar su propia contribución a la construcción de la nueva Siria, «pero hay que levantar las sanciones», afirmó monseñor Nalbandian, reflejando lo que comúnmente piensa la población.
«Pero también necesitamos ayuda humanitaria – explicó el arzobispo armenio ortodoxo de Damasco – y por eso pedimos a la comunidad internacional que implique a las estructuras organizativas y caritativas de las Iglesias para que esta ayuda a la población sea lo más eficaz posible».
Encuentro con los fieles de Damasco, Alepo y Homs
El domingo 26 de enero, el enviado de Francisco se reunió de nuevo con los fieles de Damasco, para participar en las liturgias de cada una de las Iglesias y llevar la bendición del Papa Francisco. A continuación, partió hacia Alepo y Homs, ampliando aún más el abrazo del Papa a Siria.
«Los cristianos de este país quieren contar al mundo lo que han vivido – subrayó monseñor Jalakh, secretario del dicasterio para las Iglesias Orientales – y necesitan que el mundo los escuche. Durante demasiados años se los ha abandonado a su suerte. El pueblo sirio es resistente, pero su capacidad de reacción en las condiciones más difíciles no es infinita y debe ser apoyada».
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí