El homenaje a la Inmaculada Concepción en la Plaza de España el 8 de diciembre de 2024 El homenaje a la Inmaculada Concepción en la Plaza de España el 8 de diciembre de 2024  (VATICAN MEDIA Divisione Foto)

La Inmaculada en el corazón y en las palabras de los Papas

Con motivo de la solemnidad del 8 de diciembre, proponemos algunas reflexiones de los Pontífices. Un itinerario mariano vinculado al dogma proclamado por el Papa Pío IX.

Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano

En el camino del Adviento, la solemnidad de la Inmaculada Concepción invita cada año a la Iglesia a dirigir su mirada hacia María. Los antecedentes históricos relacionados con esta festividad se remontan al siglo XIX. El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX proclama este dogma de la fe católica. «La doctrina que sostiene que la Bienaventurada Virgen María, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios todopoderoso, en vista de los méritos de Jesucristo, salvador del género humano, fue preservada inmunede toda mancha de pecado original —se lee en la Constitución apostólica Ineffabilis Deus — ha sido revelada por Dios y, por lo tanto, debe ser creída firmemente e inviolablemente por todos los fieles». Tres años más tarde, en 1857, el Pontífice bendice e inaugura el monumento a la Inmaculada en la Plaza de España.

María inmune al pecado original

Cincuenta años después de la publicación de la bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío X recuerda en la carta encíclica «Ad diem illum laetissimum» que Pío IX «declaró y proclamó como revelación divina por la autoridad del magisterio apostólico que María, desde el primer instante de su concepción, fue totalmente inmune al pecado original». «Si los pueblos creen y profesan que la Virgen María fue preservada de toda contaminación —se lee en este documento—, entonces es necesario que admitan el pecado original, la rehabilitación de la humanidad operada por Jesucristo, el Evangelio, la Iglesia y, finalmente, la misma ley del sufrimiento».

Inmaculada Concepción y asunción al Cielo

Pío XII, en la Constitución apostólica Munificentissimus Deus (1950), define que «la inmaculada Madre de Dios, siempre virgen María, una vez terminado el curso de su vida terrenal, fue ascendida a la gloria celestial en alma y cuerpo». Este dogma de la Asunción, cuya solemnidad se celebra el 15 de agosto, está estrechamente relacionado con el de la Inmaculada Concepción. «Por un privilegio totalmente singular —se lee en la constitución apostólica de 1950—, ella venció al pecado con su concepción inmaculada; por lo tanto, no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del sepulcro, ni tuvo que esperar la redención de su cuerpo solo al final del mundo».

La estatua de la Inmaculada Concepción en la Plaza de España
La estatua de la Inmaculada Concepción en la Plaza de España

Juan XXIII y las rosas a la Virgen

En 1958, el Papa Juan XXIII se dirige a la plaza de España y deposita a los pies del monumento a la Virgen una cesta de rosas blancas. Esta es una costumbre que han renovado sus sucesores. El Papa Roncalli, en la festividad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1960, subraya que María Inmaculada es la estrella de la mañana que disipa «las tinieblas de la noche oscura».

La doctrina católica que concierne a la concepción inmaculada de María y ensalza sus glorias es familiar a todo buen cristiano, delicia y encanto de las más nobles almas. Está en la liturgia, en los acentos de los Padres de la Iglesia, en el afanoso suspirar de tantos corazones que quieren honrarla esparciendo el perfume de su pureza y fervor de apostolado para mejorar las buenas costumbres privadas y públicas.

La promesa de Pablo VI

En el primer aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II, el Papa Pablo VI subraya en la homilía durante la misa en la solemnidad del 8 de diciembre de 1966 que el de la Inmaculada Concepción es «el misterio del privilegio, el misterio de la unicidad, el misterio de la perfección de María Santísima». «María, la única criatura humana que, por designio divino (¡cuánta sabiduría, cuánto amor esto contiene!), en virtud de los méritos de Cristo, única fuente de nuestra salvación, fue preservada de toda imperfección». Las palabras del Papa Montini se unen ese mismo día, en el Ángelus, a una promesa.

Una promesa que ofrecer a la Virgen

Esta vez es una promesa que debemos ofrecer a la Virgen con nuestro Ángelus: la de reavivar nuestro culto a Ella, como Madre de Cristo y Madre nuestra, según los criterios teológicos del Concilio.

Criterios que asignan a María «un lugar excepcional, en la doctrina y en la piedad, según el designio de la Redención, es decir, cristológico y eclesiológico».

Juan Pablo II y la entrega de la Iglesia a María

En 1978, al comienzo de su servicio episcopal en la cátedra de San Pedro, el Papa Juan Pablo II confía la Iglesia de manera especial a María. En el Ángelus del 8 de diciembre de ese año, las palabras del Papa Wojtyła sobre la Inmaculada Concepción se entrelazan con la vida de Jesús.

La generosidad del Hijo hacia la Madre

Cristo, que es el artífice de la vida divina, es decir, de la gracia en cada hombre, mediante la redención que llevó a cabo, debe ser particularmente generoso con su Madre…. Esta generosidad del Hijo para con su Madre comienza en el momento mismo de su existencia. Se llama Inmaculada Concepción.

La Inmaculada Concepción representada en un fresco por Francesco Podesti en la sala del Dogma de la Inmaculada de los Museos Vaticanos.
La Inmaculada Concepción representada en un fresco por Francesco Podesti en la sala del Dogma de la Inmaculada de los Museos Vaticanos.

Benedicto XVI y las verdades de la fe en la Inmaculada Concepción

El misterio de la Inmaculada Concepción de María —explica el Papa Benedicto XVI en el Ángelus del 8 de diciembre de 2008— nos recuerda dos verdades fundamentales de nuestra fe.

En María, el reflejo de la Belleza que salva al mundo

Ante todo el pecado original y, después, la victoria de la gracia de Cristo sobre él, victoria que resplandece de modo sublime en María santísima. Por desgracia, la existencia de lo que la Iglesia llama "pecado original" es de una evidencia aplastante: basta mirar nuestro entorno y sobre todo dentro de nosotros mismos. (...) Queridos hermanos, en María Inmaculada contemplamos el reflejo de la Belleza que salva al mundo: la belleza de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. En María esta belleza es totalmente pura, humilde, sin soberbia ni presunción.

Francisco y el agradecimiento a la Virgen

El 8 de diciembre de 2015, el Papa Francisco inaugura el Año Santo Extraordinario de la Misericordia, celebrado con motivo del 50º aniversario del Concilio Vaticano II. Durante el acto de veneración a la Inmaculada en la Plaza de España, el 8 de diciembre de ese año, se eleva el agradecimiento a María.

“Te agradecemos, Madre Inmaculada, porque en este camino de reconciliación tú no nos dejas caminar solos, sino que nos acompañas, estás cerca de nosotros y nos sostienes en toda dificultad. Que tú seas bendita, ahora y siempre, Madre”

León XIV y el camino de María

El Papa León XIV, el 8 de diciembre, a las 16 horas, se detiene en oración a los pies de la columna sobre la que se alza la estatua de la Virgen. En la homilía durante la misa, el pasado 12 de octubre con motivo del Jubileo de la espiritualidad mariana, subraya que «El camino de María va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano».

Con María, discípulos de Jesús

El afecto por María de Nazaret nos hace, junto con ella, discípulos de Jesús, nos educa a volver a Él, a meditar y a relacionar los acontecimientos de la vida en los que el Resucitado continúa a visitarnos y llamarnos.

En María, Tota pulchra, el hombre puede contemplar el reflejo de la belleza. Una Belleza que salva al mundo.

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08 diciembre 2025, 11:38