Buscar

León XIV: María, primer destello de la salvación, faro de esperanza y modelo de fe

El Papa, en su alocución previa al rezo mariano del Angelus en la Plaza de San Pedro, recordó la figura de la Virgen María, pura, como signo de esperanza, modelo de fe y recordatorio del poder transformador de la gracia.

Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano

En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, los fieles volvieron a escuchar un mensaje del Papa León XIV que resuena con fuerza en un mundo sediento de sentido: María, concebida sin pecado, es el primer destello de la salvación ofrecida por Dios a la humanidad.

La Virgen María, libre de toda mancha

El Papa en su alocución previa al rezo mariano recordó que la Virgen fue «inmune enteramente de la mancha del pecado original», según la definición proclamada por el beato Pío IX en 1854. Pero más allá del aspecto doctrinal, la celebración subrayó el significado vital y profundamente humano del dogma: María recibió un corazón totalmente puro para acoger el mayor de los milagros, la llegada de Cristo como luz para un mundo herido.

“Expresamos nuestra alegría porque el Padre del Cielo la quiso «inmune enteramente de la mancha del pecado original» (cf. B. PÍO IX, Const. ap. Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854), llena de inocencia y de santidad para poder confiarle, para nuestra salvación, «a su Hijo unigénito […] amado como a sí mismo».”


Alégrate llena de gracia

El relato del evangelio de Lucas fue nuevamente el centro de la meditación del Papa: el saludo del ángel —«Alégrate, llena de gracia»— y el “sí” confiado de María inspiraron una invitación a los creyentes de hoy: creer como ella creyó. Como recordaba San Agustín, «María creyó y en ella se cumplió aquello que creyó»; del mismo modo, se llamó a los fieles a permitir que la fe transforme también sus vidas.

“En su libertad, lo acogió abrazando el proyecto de Dios. El Señor actúa siempre así: nos hace grandes dones, pero nos deja libres de aceptarlos o no. Por esto Agustín añade: «Creámos también nosotros, para que lo que se cumplió [en ella] pueda aprovechar también a nosotros». Así, esta fiesta, que nos hace alegrarnos por la belleza sin mancha de la Madre de Dios, nos invita también a creer como ella creyó, dando nuestro generoso asentimiento a la misión a la que el Señor nos llama.”

La gracia del bautismo 

León XIV destacó además el paralelismo entre la gracia recibida por María y la gracia concedida a todos los cristianos en el Bautismo, que los hace «morada y templo del Espíritu». De este modo, el mensaje del Papa  insistió en que cada creyente puede —y debe— dejar que Cristo viva en él y, desde su realidad cotidiana, colaborar en la transformación del mundo.

“Y como María, por gracia especial, pudo acoger en sí a Jesús y donarlo a los hombres, así «el Bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a Él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su propia condición, en la transformación del mundo» (FRANCISCO, Catequesis, 11 de abril de 2018).”

Renovar cada día nuestro sí

El llamado final del Pontífice fue claro: renovar cada día, con humildad y perseverancia, el propio “sí” a Dios a través de la oración y del amor concreto. Una invitación a que, como María, cada persona se convierta en un espacio donde Cristo pueda ser conocido, acogido y amado.

“Es maravilloso el “sí” de la Madre del Señor, pero también puede serlo el nuestro, renovado cada día fielmente, con gratitud, humildad y perseverancia, en la oración y en las obras concretas del amor, desde los gestos más extraordinarios hasta los compromisos y servicios más comunes y cotidianos, para que en todas partes Jesús pueda ser conocido, acogido y amado, y a todos llegue su salvación.”

La fiesta de la Inmaculada, celebrada cada 8 de diciembre, vuelve así a ofrecer una brújula espiritual para millones de creyentes, recordándoles que la belleza sin mancha de María no es sólo un misterio de fe, sino una promesa de esperanza para todos.

Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí

08 diciembre 2025, 12:20

El Ángelus es una oración recitada, en recuerdo del Misterio de la Encarnación, tres veces al día: a las seis de la mañana, a mediodía y a las seis de la tarde, momento en el que se toca la campana del Ángelus.
El nombre Ángelus deriva de la primera palabra de la oración en latín: Angelus Domini nuntiavit Mariae... La plegaria consiste en tres frases sencillas sobre la Encarnación de Jesucristo y tres Ave Marías.
El Papa recita esta oración junto a los fieles en la plaza de San Pedro los domingos a mediodía y en las Solemnidades. Antes, pronuncia una breve alocución basada en las Lecturas del día. Tras el rezo del Ángelus, saluda a los peregrinos.
Desde el domingo de Pascua hasta el de Pentecostés, en lugar del Ángelus se reza el “Regina Coeli”, oración que recuerda la Resurrección de Jesucristo y tras la que se recita el Gloria tres veces. 

Últimos Ángelus / Regina Caeli

Leer todo >