Haití, una crisis en medio del silencio culpable del mundo
Roberto Paglialonga - Ciudad del Vaticano
El caos “reina” en Haití. Y, por desgracia, no solo hoy. “Desde 2018, hemos caído en una crisis sin precedentes, aunque tampoco antes nadábamos en oro. Con el cierre de la misión MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití) de la ONU, que servía como fuerza de estabilización, pasamos por el “Peyi lok”, una situación caracterizada por el cierre de escuelas, tribunales, empresas y servicios públicos, y una paralización total de la vida económica y social, para acabar en 2021 en una vorágine política e institucional tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
Una paralización institucional que dura desde hace años
Gabriele Regio, responsable de la implementación de proyectos de AVSI en Haití, a quien contactamos telefónicamente, nos habla de la dramática situación que enfrenta el país, ubicado en la isla de La Española. Explica: “Desde entonces, el cargo más alto está vacante. Solo tenemos un primer ministro con funciones limitadas y un comité de transición creado por la Comunidad del Caribe (CARICOM), pero me parece que en este momento es difícil que el contexto actual permita organizar elecciones democráticas en un país que aún carece de la estabilidad necesaria”. Las elecciones presidenciales están programadas para marzo de 2026, “pero no es la primera vez que se programan, y el comienzo del año en Haití siempre es un período delicado”. Por lo tanto, es difícil “hacer previsiones o decir qué expectativas puede haber”.
Gran parte del país está en manos de pandillas
La fragilidad de la política y las instituciones no es el único problema, pero ciertamente condiciona muchos otros. La violencia de las pandillas y las bandas ha superado cualquier resquicio de estabilidad social, con una verdadera guerra civil que se libra en el terreno. La delincuencia controla el 90% de la capital, Puerto Príncipe, que de hecho está aislada por tierra: “Solo se puede llegar con vuelos humanitarios, y eso complica mucho nuestro trabajo”.
La presencia de AVSI en Haití
AVSI está presente en el país desde 1999, inicialmente con actividades educativas; posteriormente, a principios de la década de 2000, tras el derrocamiento de Aristide por parte de rebeldes armados en 2004, implementó, especialmente en comunidades en conflicto, “proyectos de protección para personas vulnerables, víctimas de violencia, mujeres, adolescentes y niños; programas de seguridad alimentaria para combatir la malnutrición de los niños más pequeños, especialmente entre los 6 y los 59 meses, y de desarrollo agrícola. Para apoyar estos procesos de asistencia, en colaboración con el Ministerio de Salud local, contamos con equipos de enfermeros y psicólogos”. Las estructuras de la organización se encuentran en la capital; en Les Cayes, en el sur; en Cabo Haitiano, en el norte; en Port-de-Paix, al noroeste; y en el departamento de Artibonite, frente al Golfo de Gonâve, una zona con un alto nivel de violencia, donde el sábado por la noche “se produjo un ataque de bandas que causó el desplazamiento de más de 2.000 familias”. Afortunadamente, subraya Regio, “por el momento, las organizaciones internacionales están logrando realizar su trabajo de cualquier modo; no son un objetivo directo, aunque ciertamente se ven afectadas por la ralentización durante los combates”. A esta situación se suman los desastres naturales que periódicamente devastan la isla; el último fue el paso del huracán Melissa a finales de octubre, que dejó la enésima estela de muerte y sufrimiento.
Una crisis olvidada por la comunidad internacional
Son noticias muy conocidas: una crisis humanitaria definida por muchos como una de las peores de las últimas décadas, una población agotada. Sin embargo, el silencio reina en Haití. Un olvido culpable, que corre el riesgo de convertirse en cómplice. “Es difícil de explicar. Sin duda, vivimos en un período de múltiples crisis a nivel mundial que quizás revisten mayor interés desde el punto de vista macroeconómico, mediático” y geopolítico. Además, “es una situación que se prolonga desde hace años; antes de 2018, sufrimos el terremoto y el cólera”. Y “hay que decir que desde el día después del cierre de la MINUSTAH, una misión con costos significativos y que se suponía traería estabilización, el país ha vuelto a caer en el abismo”. Por lo tanto, quizás “cierta desesperanza también se ha apoderado de varias organizaciones”. Lo cierto es que el país está a la deriva y “esperamos que la nueva misión militar de la ONU anunciada para el próximo año contribuya a crear al menos un ambiente un poco más seguro”.
La participación en el próximo Mundial de fútbol
En este momento, de forma inesperada, parece surgir un débil rayo de esperanza gracias al deporte, porque, después de más de 50 años, Haití se ha clasificado de nuevo para el Mundial de fútbol de 2026 (la primera vez fue en 1974, con un único gol marcado precisamente contra Italia). “La clasificación se logró el 18 de noviembre, día del aniversario de la independencia, y por un momento todo el país miró realmente en la misma dirección. Es cierto que durante los periodos en los que se disputa el Mundial siempre se vive con un poco más de tranquilidad”. Quizás sea una oportunidad para “encontrar esos momentos que nos permitan salir y realizar con más facilidad las intervenciones” en favor de la población.
Prepararse para el “después”
Pero no se puede esperar cada vez a que se produzcan acontecimientos extraordinarios. La crisis “necesita visibilidad ahora”, concluye, y en este sentido la comunidad internacional podría hacer más, “sobre todo en preparación para un momento en el que se vuelva a tener una mayor estabilidad” y seguridad. Cuando este problema se resuelva en el futuro, o “al menos se limite, el país también necesitará acompañamiento en el proceso de estructuración” institucional de un nuevo gobierno y de preparación de “programas estatales a largo plazo orientados al desarrollo. Se necesita una visión a largo plazo. No se puede pensar que un nuevo presidente pueda resolverlo todo en cuatro o cinco años”.
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