Jerusalén Jerusalén  (AFP or licensors)

Tierra Santa: la paz no es una ilusión, sino una elección de vida

La violencia genera muerte y destrucción, la venganza genera odio y dolor. Las crónicas y las imágenes de Gaza y de otras tierras en guerra muestran el sufrimiento físico y moral de inocentes y de indefensos.

Ibrahim Faltas

La Santa Navidad se acerca: el camino de Adviento nos prepara para la llegada luminosa de Aquel que da la paz. En Tierra Santa es fuerte la espera de la paz y el deseo de encontrarla pide respuestas. Desde hace años y, en particular, desde el 7 de octubre de 2023, hablamos y escribimos sobre la violencia que genera muerte y destrucción y sobre la venganza que genera odio y dolor. Parece verse un recorrido circular en el que se persiguen los aspectos más negativos de la humanidad, un circuito que no se abre a la solidaridad y a la comprensión y no interrumpe el círculo vicioso del mal que produce otro mal. Las crónicas y las imágenes de Gaza y de otros países en guerra muestran el sufrimiento físico y moral de inocentes y de indefensos; las reacciones inmediatas indican la indignación y la implicación emocional de gran parte de la humanidad.

Una situación desesperada


Desde hace tiempo se ha superado el límite de tolerancia de una violencia intolerable. Hemos visto y conocido numerosas causas que han provocado muerte y destrucción en Gaza: bombardeos, enfrentamientos, explosiones, carencias de bienes esenciales, de atención médica y de medicamentos. Incontables llamamientos y la mediación de Pontífices y de jefes de Estado no han logrado cambiar ni resolver una situación desesperada. Las ayudas que han entrado en Gaza y la posibilidad de hacer salir a quienes tenían urgente necesidad de atención médica han sido una gota en el océano de las necesidades reales. ¿Qué impulsa a un ser humano a no detenerse al provocar dolor? ¿Cómo se puede transformar la sensación de impotencia en gestos concretos de ayuda y de solidaridad? Después de tantas palabras y después de tanto dolor, parece que la indiferencia ha caído sobre el mal de la guerra; parece que el miedo no empuja a seguir denunciando a quien podría intervenir y no lo hace; parece que no se logra comprender que el silencio nos hace cómplices. Alrededor de Gaza y del Estado de Palestina en Cisjordania se han construido muros físicos y visibles que impiden el acceso a los “no autorizados”: ayudas humanitarias y relaciones humanas, voluntarios, periodistas y observadores internacionales. Alrededor de las zonas de guerra en Tierra Santa parece haberse construido una barrera que bloquea toda posibilidad de acceso a la verdad que ayuda a la justicia a salvar vidas y a dar dignidad humana a una población exhausta. ¿Qué o quién impide ayudar a seres humanos desesperados que viven de manera inhumana? ¿Su debilidad puede dar miedo, su resignación no sacude las conciencias? ¿Quién elige seguir intereses económicos, quién continúa aumentando los gastos para procurar muerte y destrucción? ¿Quién reconoce como enemigos a hombres y mujeres exhaustos por el dolor de no poder ayudar a vivir a aquellos a quienes les dieron la vida, niños y ancianos, blanco fácil de la violencia, seres humanos sin fuerzas y enfermos? ¿Qué interés prohíbe alimentar, curar, dar calor con aquello que a pocos pasos está disponible y en abundancia? ¿Por qué no dar la posibilidad de la vida a quienes no podrán vivir sin los medicamentos que los esperan poco fuera de un paso fronterizo o de un puesto de control? ¿El frío del tercer invierno sin el calor de la solidaridad en Gaza deja indiferentes a corazones ya endurecidos y desconectados?

Un Niño Santo venido para reconciliar a los hermanos


Son preguntas sin respuesta que se dirigen a todos, sin distinción, porque frente a una situación tan inhumana somos todos responsables. Una respuesta existe y es un Niño envuelto en pobres pañales, nacido en una gruta fría y oscura, que lleva paz a los corazones sin paz. Es un Niño Santo que ha venido para reconciliar a los hermanos, para dar apoyo a los inocentes y a los indefensos, para afirmar que la única verdad es el amor al prójimo. Celebremos al Niño Jesús recordando cada día, no solo en los días de la Santa Navidad, el mensaje que desde la gruta de Belén llega a nosotros, todavía verdadero y actual después de más de dos mil años. La paz no es una ilusión, es una elección de vida; la paz no es solo una palabra que pierde sentido y significado apenas se pronuncia; la paz es valentía que ayuda y que lleva la verdad del Salvador.

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21 diciembre 2025, 08:49