Yllana: la esperanza es vida, los cristianos de Tierra Santa no se rinden
Francesca Sabatinelli y Jean-Charles Putzolu
La luz es siempre más fuerte que cualquier oscuridad, y los cristianos seguirán siendo la sal de la tierra y la luz del mundo, a pesar de los “enemigos de la paz, del amor y de la alegría”. Desde la parroquia del Santo Redentor en Yenín, en Cisjordania, se alza la voz de los fieles tras el grave acto de vandalismo ocurrido hace un día, cuando jóvenes islamistas radicalizados prendieron fuego deliberadamente al árbol de Navidad.
“Basta con que no nos quemen el alma; hemos vuelto y nos hemos levantado”, repiten los cristianos, listos para volver a encenderlo esta tarde. En la ceremonia participará monseñor William Shomali, vicario general del patriarcado, quien inaugurará junto a las autoridades un nuevo árbol “que simboliza la vida nueva y la luz que ilumina nuestros corazones”. “Aunque lo quemen cien veces, lo haremos mil veces más, porque Dios está con nosotros y no tenemos miedo a nadie”, insisten los fieles, decididos a ponerse en pie.
“Este es un acto que debe ser condenado, porque no ayuda y no es la primera vez que ocurre”, subraya a los medios vaticanos el nuncio en Israel y delegado apostólico en Jerusalén y Palestina, monseñor Adolfo Tito Yllana. Es un acto condenable “porque perjudica la convivencia”, explica, destacando su propia presencia en las inauguraciones del árbol y el pesebre en las localidades de Aboud y Ramala.
En dichas ceremonias, cristianos —ortodoxos y católicos— y otras comunidades, incluidas las musulmanas, compartieron el momento para festejar la Navidad:
“Es así como los fieles, después de dos años y a pesar de la desesperación, expresan un respiro de alegría. Por eso digo que esas personas —y hablo de individuos, no de comunidades— que realizan estos actos, no ayudan. Sabemos cómo se trata a los cristianos, se ve cada día, y sabemos cómo se limitan sus actividades. Pero no perdemos la esperanza. El árbol quiere anunciar que es nuestra fiesta y que queremos celebrarla. No podemos detenernos ni olvidar que, finalmente, podemos expresar nuestra fe que acoge a todos. En estos dos años no hemos perdido la esperanza. Y aquí, la esperanza no es solo una palabra: es vida y aliento cada día. Porque no nos hemos rendido”.
La esperanza no es solo una palabra
En este tiempo de renacimiento del Señor, indica el nuncio, los cristianos deben acogerlo para ser “transformados” y para que “todos, tanto los cercanos como los más lejanos, puedan ver cómo los cristianos estamos llenos de la gloria y la alegría que nos trae el don del amor del Padre”.
Finalmente, Yllana recuerda las palabras del Papa León XIV y su llamamiento a una paz desarmada y desarmante, que las comunidades cristianas impulsan con “perseverancia”, viviendo y siguiendo el mensaje del Pontífice: “dando espacio a la reconciliación, incluso con quienes no nos tratan bien, porque son nuestros hermanos, hijos del mismo Padre”. La esperanza no es solo una palabra, concluye el arzobispo, porque “después de dos años aquí estamos, llenos de júbilo”.
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