Nuevo arzobispo de Nueva York: La Iglesia lleve la paz y la sanación de Dios al mundo
Devin Watkins - Ciudad del Vaticano
Ayudar a la Iglesia a llevar al mundo la luz de Dios, su paz, su amor, superando las divisiones y promoviendo la unidad: estos son los principales objetivos que se propone para su nueva misión monseñor Ronald A. Hicks, nombrado hoy por el Papa nuevo arzobispo de Nueva York. En una entrevista con los medios de comunicación vaticanos, el prelado ilustra sus prioridades pastorales para la archidiócesis metropolitana de Nueva York.
Monseñor Hicks, el Papa León acaba de nombrarlo nuevo arzobispo de Nueva York, donde sustituirá al cardenal Timothy Michael Dolan. Al trasladarse desde la diócesis de Joliet, ¿cuáles cree que serán sus prioridades pastorales como pastor de una de las diócesis más grandes de Estados Unidos?
En primer lugar, este nombramiento proviene del Papa León. Siento una gran afinidad y mucho respeto por él. Estoy muy agradecido a Dios porque él es nuestro Santo Padre. Y como me ha asignado a Nueva York, me siento honrado, emocionado, obediente. No quiero hacer otra cosa que la voluntad de Dios, y de cualquier manera que Dios me lleve a convertirme en líder en Nueva York, quiero seguirlo y poner toda mi mente, mi corazón y mi alma en ello. En cuanto a su pregunta, mi deseo es vivir esta misión con corazón de pastor. Por usar una frase del Papa Francisco: tener «olor a oveja» y estar con la gente. Me gusta la gente. Espero con ilusión conocerla y tratarla. Y estoy deseando vivir simplemente nuestra fe, hacerla crecer y compartir con todos el amor de Dios.
Durante varios años, usted ayudó al cardenal Cupich a dirigir la arquidiócesis de Chicago como vicario general y obispo auxiliar. En su opinión, ¿qué aspectos de esa experiencia le prepararon para su nuevo ministerio?
Tuve la bendición de trabajar durante seis años con el cardenal Cupich en la arquidiócesis de Chicago antes de ser nombrado en Joliet, donde he sido ordinario durante los últimos cinco años. Durante ese tiempo trabajé con él y con muchas personas competentes. Así adquirí algunas habilidades básicas relacionadas con la gobernanza, la administración y también con cómo establecer prioridades y mantener la misión de la Iglesia en el centro. Creo que probablemente esta sea una de las cosas más importantes que he aprendido. Creo que a veces podemos distraernos. Lo que he visto y aprendido trabajando en Chicago como vicario general es mantener la mirada fija en Dios, en cuál es la voluntad de Dios y cuál es la misión de la Iglesia, así como en cómo estamos llamados a vivirla e invitar a otras personas a hacerlo. Y a no distraernos mientras intentamos hacerlo.
La archidiócesis de Nueva York anunció el pasado fin de semana un fondo de 300 millones de dólares para indemnizar a los sobrevivientes de abusos sexuales por parte de clérigos. ¿Qué aspectos de su experiencia influirán en su atención a las personas que han sufrido abusos?
Siendo de Chicago, hace más de treinta años vi al cardenal Joseph Louis Bernadin comenzar a establecer protocolos y procedimientos para prevenir los abusos, proteger a los niños y ayudar a los sobrevivientes. Creciendo en ese ambiente, comprendí que es algo que debemos tomar muy en serio como Iglesia. Trabajando en Chicago y en Joliet, seguí dando prioridad al respeto de nuestros procedimientos, nuestras políticas y nuestros estatutos. Otra cosa que he aprendido, ya que estamos abordando el tema, es que siempre hay que tomar las mejores decisiones sobre lo que ayudará a proteger a los niños y a evitar los abusos. También sé que esto es algo que nunca dejaremos atrás. Es un pecado en la Iglesia, y es tan grave que nunca podremos fingir: «Bueno, lo hemos superado y ahora simplemente seguimos adelante». Lo que esperamos que este fondo contribuya a hacer es ayudar a algunos sobrevivientes a encontrar un poco de sanación. Y mientras lo hacemos, también debemos centrarnos en el ministerio y la misión de la Iglesia. Por lo tanto, debemos asegurarnos de hacer todo lo que decimos y lo que estamos obligados a hacer para proteger a los niños y a nuestros sobrevivientes, y al mismo tiempo centrarnos en lo que estamos llamados a hacer como Iglesia en este mundo y los unos por los otros.
Usted creció en Chicago, en el mismo barrio que el Papa León XIV. Como líder de una importante diócesis estadounidense, ¿cuáles son sus esperanzas para la Iglesia en Estados Unidos?
Crecí en el barrio justo al lado del Papa León, a unas 14 cuadras de distancia. Y, al igual que el Papa León, busco una Iglesia que lleve al mundo la luz de Dios, su paz, su sanación, su amor. También busco formas de hacerlo, no de manera divisiva o que cree fracturas entre las personas, sino buscando formas de unir y encontrando formas de cooperar unos con otros. Y, ya que ha mencionado al Papa León, solo quiero decir públicamente que deseo colaborar con él. Quiero respetar sus prioridades y trabajar con él para ayudarle a realizarlas, para llevarlas a la luz. Estoy muy agradecido al Papa León, y quiero decir que para mí ha sido una alegría y un honor servir tanto en Chicago como en Joliet. Y estoy listo, con la ayuda de Dios, para dar este próximo paso en Nueva York.
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