La Iglesia de Filipinas se une a la voz del pueblo en contra de la corrupción
Yamile López - Ciudad del Vaticano
En comunión con su pueblo la Iglesia de Filipinas salió a las calles el anterior 21 de septiembre en la multitudinaria “Marcha por el trillón de pesos”, una convocatoria ciudadana para rechazar el manejo corrupto de los fondos destinados a proyectos de infraestructura y la mitigación de desastres climáticos y fenómenos extremos, que en la actualidad ha provocado el desplazamiento de más de 100.000 habitantes; según informó la Agencia de Noticias Fides.
Entre los obispos, sacerdotes, movimientos y comunidades religiosas que se hicieron presentes, estuvo Monseñor Colin Bagaforo, obispo de Kidapawan y líder del foro Church Leaders Council for National Transformation (Consejo de líderes eclesiásticos para la transformación nacional); quien al respecto señaló:
“La presencia de la Iglesia en este momento de protesta popular también viene dictada por la necesidad de sinodalidad: nos hemos sentido llamados a estar al lado de las personas vulnerables, defraudadas y privadas de sus derechos fundamentales. Queremos compartir alegrías y penas, y alzar la voz por quienes no tienen voz o tienen miedo, para pedir que se determinen las responsabilidades, que haya transparencia y justicia”.
Así mismo, enfatizó sobre cuáles son las principales reivindicaciones que exige el movimiento popular: el conferir pleno poder a una comisión que investigue a los responsables de los robos, la imposición a los parlamentarios de declarar y hacer públicos sus ingresos y sus fuentes de financiación y la eliminación de la contribución estatal para los miembros del Congreso y del Senado.
Otras voces que también expresaron su opinión frente a esta situación, está la del cardenal Luis Antonio Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, quien dijo: “no son propietarios de la riqueza de la nación, sino administradores que deben actuar con honestidad y responsabilidad en el uso de los recursos públicos”. El cardenal José Advincula, arzobispo de Manila, calificó la corrupción como “una forma concreta del mal”. Monseñor Sócrates Villegas, arzobispo de Lingayen-Dagupan, dijo que: “Necesitamos una revuelta no solo contra un sistema corrupto, sino una revuelta contra los corazones y las almas corruptas dentro de nosotros que permiten que los corruptos prosperen”. Finalmente, en una carta pastoral, el obispo de San Carlos, Gerardo Aliminaza, advirtió que combatir la corrupción no es cosa de un día, sino que requiere un “compromiso profundo y duradero para luchar por la justicia y la responsabilidad”.
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