Apoyar a los refugiados en el Líbano "en nombre de la humanidad"
Giordano Contu - Beirut
Tres niños con flores en las manos buscan fortuna en el paseo marítimo de Beirut. Son sirios, palestinos, libaneses. Estos pequeños deambulan por las enmarañadas calles entre los rascacielos de cristal recién construidos y los edificios abandonados acribillados a balazos durante la guerra civil. Se calcula que actualmente hay dos millones de refugiados sirios y otros 400.000 palestinos en Líbano. Cifras que atestiguan la vocación acogedora de un país con una población de casi seis millones de habitantes en total. Una situación que puede alimentar las tensiones internas y el posible descontento con la comunidad internacional. A esta última, el Líbano, que lucha por recuperarse de su bancarrota de 2019, pide más ayuda, porque el país se siente solo a la hora de ayudar a esta multitud de seres humanos en busca de esperanza.
La resiliencia del Líbano
"Los refugiados están contentos de encontrarse en el Líbano porque reciben ayuda, trabajan y abren tiendas igual que los ciudadanos libaneses, pero sin pagar impuestos. Se benefician de servicios estatales como la electricidad, el agua y la escolarización", declaró a los medios de comunicación vaticanos el Patriarca de Antioquía de los Maronitas, Béchara Boutros Raï. En la entrevista, el cardenal habló del compromiso de la Iglesia, centrándose en la crisis de los refugiados, cuyo elevado número "pone en tensión el equilibrio demográfico y confesional", así como los recursos del país. En la reflexión del cardenal, la necesidad de reconstruir Siria para favorecer el retorno de los migrantes es una prioridad absoluta. Un cuadro del que emerge la resiliencia del pueblo libanés basada también en la esperanza que ofrece el Evangelio, así como los retos de seguridad ligados al desarme del ala militar del partido Hezbolá y las tensiones con Israel. "Vivimos un milagro", prosiguió el Patriarca, "porque el Líbano no cierra sus puertas a los emigrantes. En nombre de la humanidad no puede decir “no entres”. Sin embargo, esta situación corre el riesgo de ahogar al Líbano. Muchos refugiados se instalan en el Líbano y jóvenes libaneses abandonan el país porque el Estado no puede mantener a seis millones de habitantes. Pedimos a la comunidad internacional que apoye la reconstrucción de Siria y su economía. Sólo entonces los refugiados querrán volver a casa".
El frágil equilibrio del país
La presencia masiva de inmigrantes plantea la cuestión demográfica. En efecto, la Constitución libanesa reconoce 18 comunidades religiosas y sanciona la coexistencia cristiano-musulmana como elemento fundador de la identidad nacional y del equilibrio del sistema parlamentario. "Esta unidad en la multiplicidad religiosa y confesional es crucial", explica Béchara Raï, "porque a largo plazo, un número tan elevado de refugiados sirios, predominantemente suníes, representa un gran peligro para la estabilidad política del país". Sobre este tema, el Patriarca preparó un documento entregado al Papa Francisco en el que ilustra con precisión "las consecuencias políticas, económicas y financieras de una acogida indiscriminada" sin la ayuda de la comunidad internacional, que es 'insostenible' para un país como el Líbano, un poco más pequeño que Cerdeña. Un texto que recuerda los principios de la Constitución libanesa, que "considera ilegítimo todo poder que no respete la convivencia entre cristianos y musulmanes, que se reconocen mutuamente necesarios", prosiguió el cardenal. En este contexto, la Iglesia libanesa se presenta como un pilar fundamental para la estabilidad social del país, alimentando la fe y la esperanza en un contexto dificultado por la guerra y la crisis económica.
Fe y esperanza
"El Evangelio - subraya Rai - desempeña un papel importante a la hora de infundir optimismo, esperanza y confianza en el futuro. El elevado número de creyentes, y sobre todo de jóvenes, que acuden a las iglesias dan testimonio de esta fe. En todo el Líbano hay numerosos grupos apostólicos laicos, grandes y pequeños, que se reúnen en torno al Evangelio y la oración. Esta riqueza de movimientos apostólicos es un elemento importante de la Iglesia libanesa". "Observen cuántos jóvenes y familias hay en las iglesias, las misas están abarrotadas, como la misa de las nueve de los domingos en Nuestra Señora del Líbano. Observen cuántos fieles visitan el santuario de San Charbel". Esto atestigua la fuerte esperanza presente en el corazón de los libaneses. Ante la grave crisis de los refugiados, el Patriarca explica cómo es necesario buscar un equilibrio entre el imperativo humanitario de la acogida y la sostenibilidad para el país. Incluso frente a las dificultades, como los comercios cerrados en Beirut a causa de la crisis económica, a pesar de la guerra entre Hezbollah e Israel y de las violaciones del alto el fuego, entre la población "se percibe un clima de esperanza, alimentado por la confianza en el Presidente de la República y en el gobierno". "La esperanza es la única roca en la que los libaneses basan su vida. Por eso la Iglesia en el Líbano es fuerte, porque y se basa en la fe y la esperanza".
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