Beato Giovanni Merlini: supo combinar contemplación y acción
Antonella Palermo - Ciudad del Vaticano
Un hombre de oración, que supo unir en su vida y en su apostolado la dimensión activa y la contemplativa, que supo gobernar con la virtud de la prudencia, que supo relacionarse con amistad hacia todos. Este es el retrato del sacerdote Giovanni Merlini (Spoleto 1795 - Roma 1873), tercer Moderador general de la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre, beatificado hoy, 12 de enero. El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, presidió el rito esta mañana en la basílica papal de San Juan de Letrán.
Un hombre de oración
El cardenal Semeraro, en su homilía, recordó que los testimonios recogidos en el proceso para su beatificación y canonización reconocen unánimemente el don de la oración que Merlini abrazó plenamente, hasta el punto de que puede ser considerado sin duda «un hombre de oración». Una oración que en él se convertía habitualmente en contemplación. «Un testigo», relató el cardenal, dijo: "Grité, pidiendo permiso para entrar, y ni siquiera él me respondió. Entré en la habitación, me acerqué a él rezando el Oficio y lo encontré como extasiado, sin que se diera cuenta de nada, por lo que me vi obligado a abandonar la habitación admirado sin poder hablar con él. Señalo que su rostro estaba como riendo, y hermoso de una manera nada ordinaria" (Summ. §129, p. 45)».
La virtud de la prudencia
Merlini, sin embargo, no descuidó su ardor misionero: especialmente en la predicación (por la que fue muy estimado por San Gaspar). Además, puso en práctica «excelentes dotes de gobierno», enriquecidas por la virtud de la prudencia, subraya además Semeraro. Una virtud cardinal, ésta, particularmente importante para quienes desempeñan un papel de liderazgo. Citando a Santo Tomás de Aquino, recuerda que "es prudente quien sabe decidir qué hacer concretamente y sabe hacerlo con sabiduría». Del beato Juan Merlini, los testigos en el proceso de beatificación dicen que ejerció la virtud de la prudencia de manera verdaderamente extraordinaria: estudiaba las situaciones, consultaba e intervenía de manera adecuada y esto, sobre todo en las decisiones difíciles para las personas, con caridad".
Unir contemplación y acción
El cardenal aprovecha la ocasión para remendar la necesidad de mantener unidas las dimensiones contemplativa y activa de la vida espiritual. Y lo hace también porque es el propio Papa quien en varias ocasiones lo subraya («Si queremos saborear la vida con alegría, debemos asociar estas dos actitudes»). No son vidas alternativas, sino complementarias, «de hecho consecuentes», dice Semeraro. Otra característica de Merlini, destacada en la homilía del rito de beatificación, es la capacidad del religioso de saber tejer relaciones de auténtica amistad con todos. Una cualidad de la que Semeraro pide finalmente el don para todos, especialmente en el año santo jubilar: un tiempo oportuno para vivir precisamente en la amistad y en la esperanza, a través de la abundancia de gestos sencillos. Y aquí vuelve a citar al Papa Francisco en su Bula de convocación del Jubileo 2025: una sonrisa, una mirada fraterna, la escucha sincera, el servicio gratuito.
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