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2019.11.29 I Domenica Avvento – Anno

Primer Domingo de Adviento: Primer paso la oración, no agobiar el corazón

El recién nombrado predicador de la Casa Pontificia reflexiona sobre el primer domingo del tiempo que prepara la Navidad: la realidad que vivimos es aterradora, pero Jesús que viene nos recuerda que levantemos la cabeza porque «vuestra liberación está cerca».

Fray Roberto Pasolini*

El tiempo de Adviento es un tiempo en el que renovamos nuestra espera del Señor que ya ha entrado en la historia, pero que volverá para llevarla a término. Es un tiempo breve pero intenso, en el que despertar, como decimos en estos días, no significa no hacer nada, dormirse, acostarse en algún sitio, sino, al contrario, volver a despertar toda nuestra lucidez y asombro ante la realidad, y ante lo que Dios, en realidad, realiza. Aunque la realidad, como nos recuerda el Evangelio, nos asuste a menudo: signos terribles, angustias, miedos, guerras, terremotos, cataclismos... El Evangelio dice incluso que todos morimos de miedo ante la realidad, y esto es verdad por muchas razones. Sin embargo, en esos momentos, Jesús dice: «Levantad la cabeza y daos cuenta de que vengo y vuestra liberación está cerca». Sería bueno tener esta capacidad. ¿Cómo hacerlo? Jesús da dos indicaciones básicas. La primera es: no agobiéis vuestros corazones. En nuestro corazón hay deseos equivocados, cosas que nos hacen vivir con un ritmo agobiado porque vamos buscando en la realidad algo que no está ahí. Por eso, no agobiar el corazón significa encontrar la profundidad adecuada de nuestros deseos, comprender lo que realmente deseamos y lo que la realidad puede ofrecernos. Y luego Jesús dice: «Velad orando». No basta con rezar, primero hay que abrir bien los ojos, vigilar. Esta es una indicación muy importante, porque muchas veces decimos oraciones pero no nos pasa nada, porque todavía tenemos los ojos cerrados, es decir, no tenemos una mirada de confianza y de atención sobre la realidad. Y, en cambio, el tiempo de Adviento comienza exactamente así: abriendo los ojos, entrando en nuestro corazón, empezando a rezar.

*Predicador de la Casa Pontificia

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